31/1/09

El Otro

"Henos aquí, los muchachos y yo, tan sólo jugueteando un rato al fútbol para no aburrirnos" Así comienza la, para mí, mejor novela de Jorge Ríodulce. Un inicio que ya presenta la temática central de éste pequeño libro, escrito con esa prosa "visceral" tan característica a la que nos ha tenido acostumbrados, desde que empezase a publicar, Jorge Ríodulce.

Tras escribir para un periódico local de Bogotá durante dos años, Jorge Ríodulce presentó su primera novela: "Ayer" (1983) donde dió rienda suelta a su cruenta y perfídica visión del mundo. Ya en esta novela Ríodulce utilizó ya la visión múltiple de varios de sus personajes para presentar la historia. Su segunda novela fué "El otro" tal vez su mayor éxito, y donde explotara su creatividad a niveles realmente perfectos. Otras novelas conocidas del autor fueron: "Flores del desierto" (libro que recopilara sus mejores relatos), "Adiós al revólver" (1994) o "Fausto de Cali" (2005).

El tema central del libro no es otro que el transcurrir de un partido de fútbol entre varios muchachos de un pequeño pueblo imaginario de Colombia. Hasta ahí toda la frivolidad, pues lo que parece un simple y ocioso juego entre varios niños sucios y descalzos, es una disección impresionante del sentir humano. Ríodulce utiliza la visión de varios de los personajes, a la manera de monólogo interior o fluir de consciencia, para ir tejiendo un tapiz extraño y cruel que nos habla de impiedad y brutalidad de una manera tan cercana como sorprendente. Los personajes no son otros que aquellos muchachitos que juegan aquel improvisado partido de fútbol, entre el barro, y una mujer que los observa desde la ventana de su casa.

Mediante el intercalado de visiones, vamos asistiendo, poco a poco, al oscuro juego que oculta el lúdico deporte. El fluir de las consciencias de aquellos niños confluyen en el personaje de Jorgito: Un personaje, en apariencia no presente. Sólo hacia la mitad de la narración descubrimos que aquellos muchachos, sudorosos y con los pies ensangrentados, juegan al fútbol con la cabeza de uno de ellos por balón. Es "el otro", es la cabeza de Jorgito. Y es entonces cuando vemos el lúcido pensar de Ríodulce: La humanidad jugando con los despojos de la propia humanidad. La vanalidad de la vida, la culpa, la necesidad del ocio en una sociedad rota y mugrienta.

La visión, casi inhumana, de aquellos niños jugando con la cabeza de Jorgito, es una espléndida metáfora del juego de la vida, en donde unos ganan y otros pierden, y la pérdida es la columna vertebral sobre la que se sustenta la victoria del resto. Una victoria que no es más que la propia supervivencia. De forma tangencial se nos habla de la guerra infinita del propio ser humano para luchar contra sus propios instintos, contra su agresividad y salvajismo innatos.

Para terminar, simplemente querría rescatar la última frase de la novela, del todo escalofriante, y ya célebre en los anales de la literatura:

"Y mañana le tocará a otro, mañana será otro día".

1 comentario:

Maud Turanga Fenderson dijo...

vamos, que viene a ser el Oliver y Benji versión latina en plan profundo, jijijiji