12/5/09

El Rumor

En una aburrida oficina de Brooklin se cuece el rumor. Los empleados se pasean mirándose de soslayo. Corre un rumor al que todos aluden como El Rumor. Algunos juegan con el hecho de saberlo, otros hacen que saben. La tensión es insostenible. Mientras tanto, lo altos cargos hacen insufribles reuniones con el único propósito de tranquilizarlos con charlas plagadas de ambigüedades y medias verdades que proponen respuestas posibles ante el peor de los casos. El rumor se hace más virulento en tanto se desconoce su naturaleza.
Hasta que se solidifica en Renton, un hombre de mediana edad avanzada, que aparece de pronto en la oficina como si fuese su lugar habitual de trabajo. Nadie sabe quien es. Su presencia es autorizada ante los jefes por su propia autoridad. En un momento dado Renton, ante el director, señala una especie de pin o de colgante en el que se puede ditinguir el dibujo de una nariz, que lleva en la solapa de la chaqueta, y a partir de ese momento, parece situarse por encima y a través de todos los que le rodean.
Este señor merodea por los pasillos haciendo gala de su rigidez, viste de color marrón, huele a ceniza. Aparece y desaparece en lugares inesperados y en momentos inoportunos.
El Rumor, en este punto, es algo que ya se ha manifestado pero que provoca angustia por la presión de la censura, de la fuerte inhibición que supone el individuo en cuestión. El peor de los casos va tomando forma, primero en la de este extraterrestre, y luego en la desaparición paulatina del mobiliario de la oficina. Se da la situación en que varios empleados llegan a su puesto y en su lugar no encuentran nada. La chica que mientras escribe en el ordenador y mira distraidamente al exterior descubre como han desaparecido varios rascacielos enteros. La de su compañera, que se ve desaparecer miembro a miembro. La del que se ha mordido los dedos porque ya no tiene la merienda en las manos. El olor a putrefacto, porque los oficinistas caen distraidamente por el hueco en donde antes estuviera el ascensor. Una de las frases míticas y lapidarias del libro que recuerdo: "El vacío en la oficina de la Grant Avenue, huele a podredumbre y los hombres cansados a hastío. Se precipitan lentamente, como hojas secas en un otoño incierto, hacia la oscuridad, en la que se compartirán en hermandad con el prójimo para darse a los gusanos". El Rumor es un virus que va haciendo que todo desaparezca y que refuerza la presencia de Renton. Hasta que no queda nada en absoluto, más que una puerta suspendida en el mismo vacío, que el señor Renton cierra con llave. Tremenda alegoría del hombre contemporáneo.

Humphrey N. Richardson nació en San Francisco en el año 1940. Entre sus obras más conocidas se encuentran Asfalto y El filo del cortaplumas, en la que también se hace patente esta temática de hombre de oficina desesperanzado, que denuncia con la expresión de su propia vida, la situación política y social del momento. Aunque aun vive, muchos comentan que es basante probable, dada su terrible lucidez, que termine suicidándose igual que lo hicera Smith en el Filo del cortaplumas. A mi no me parecería mal.