8/6/08

La tormenta que trajo siete cabezas

Rina Lapid destacó como nadie en el arte de aterrorizar. Primero, a sus veinte años, publicando varios relatos cortos en una pequeña revista universitaria de Tel Aviv, explorando en ellos el sentir atávico y sacrílego de una serie de niños deshumanizados. Muchos aborrecieron aquella despiadada y maligna incursión en la psicopatía infantil, pues aquellos textos estaban ya plagados de descripciones explícitas de tortura y de lóbregas instrucciones de la más Obscura arte. Pero otros quedaron ya impresionados y rendidos por aquella apabullante personalidad de brillo opaco. Aquello sólo sería el principio de una corta pero fructífera carrera literaria. Su primera novela "El agujero de la Gólgota", publicada en 1983, recrea una historia ficticia ubicada en Jerusalén días después de la crucifixión de Jesús. Gólgata (Calavera) es el monte donde supuestamente clavaron la cruz. Lapid levanta en ésta narración una trama sórdida y cruenta, contando la terrible historia del soldado romano que cavó aquel agujero y de la humillante maldición que desde entonces llevaría consigo. Esta novela ganaría el prestigioso premio de la Shalom J. Memorial en 1984.

Su segunda novela (y última), seguramente la más conocida, fué La tormenta que trajo siete cabezas (1988). Rina Lapid impregnó ésta novela de toda esa lírica bíblica, mística y milenaria de su Israel natal, confluyéndola en una atmósfera absolutamente malsana. Todo el que haya leído ésta enorme epopeya (la edición hebrea consta de mil doscientas cinco páginas) no podrá olvidarla jamás. El clima, que desde el primer capítulo se torna ya vidrioso, dibuja la oscura vida de un pequeño pueblo perdido entre las montañas cuya vida cambia para siempre a partir de la llegada de una gigantesca tormenta. Es dificil describir con exactitud las emociones removidas en este texto diabólico (el título de la obra hace refencia a un pasaje del Apocalipsis). Lapid, sin concesión alguna, hace gala de una prosa áspera y dificil, un auténtico muro para cualquier lector aventurado, pero cuya escalada depara impresionantes cuadros simbólicos e imágenes de una belleza auténtica y desmesurada. Todo aquí es excesivo: Los personajes parecen una encarnación sucinta de lo humano y los siete pecados capitales de El Bosco, el pueblo representado parece degradarse cada capítulo, evolucionando poco a poco hacia la metamorfosis decadente e infernal; las siete cabezas o las siete copas o las siete plagas postreras que trae consigo la tormenta, hunden la narración en una noche tétrica donde se vive una auténtica redención y muerte de lo humano. Los simbólico trae consigo una lectura aún más terrible, donde la extinción del término "Hombre" es plausible: La raza humana ha sido un juego en manos del Destino, donde las tres Des (Dios, Diablo y Destino) convergen en un sólo y único significado, que nos castiga ahora unánime por nuestra larga lista de errores.

La novela fué tildada en su momento por numerosos críticos de "aberración literaria" y como "colección de percepciones insanas", llegando a ser prohibida su publicación en numerosos países de religión musulmana. Sin embargo, en occidente, es una rara obra de culto para los aficionados al género del terror.

La autora, de la que apenas se tienen notas biográficas, no ha vuelto a escribir ningún texto. De hecho se reseña en numerosas fuentes que terminó tan exhausta (intentaría el suicidio hasta en tres ocasiones) la consecución de La tormenta que trajo siete cabezas, que dió por acabada su carrera literaria, jurando que nunca más volverá a escribir.

3 comentarios:

Arina dijo...
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Succo di Melo dijo...

...en fin. siempre aparece gente así los bloggs...

A lo que iba, Lapid es fabulosa. Siempre me ha parecido una escritora excepcional por su manera de envolver.Quizá lo único que pueda decir en su contra, es que en La tormenta, es excesivamente densa. Yo le habría quitado algunos capitulos centrales, que parecen de relleno. Aún así, cuando llegas al final, es apoteósico. Un gran clásico de la literatura apocalíptica, con sus más y sus menos.

Samuel dijo...

Lo primero, agradecer tu colaboración en este humilde espacio dedicado a la literatura de altos vuelos.

Cierto, querido Succo di melo, la novela es ciertamente densa. Y diferentemente a tí, mi es una de las cosas que más me gusta de ella.

Un saludo.